Vino la popularidad y con ella sus espinas, sus detractores, algunos lo trataron de Impío, otros en cambio lo asimilaban como venido de los cielos, de apariencia celestial, barba y pelo largo, suave al andar, flaco y alto y demasiado tìmido.
Con los años la aprobaciòn de su pueblo lo llevo a las altas esferas y hasta se codeò con los del poder, como asi también el descrédito de quienes lo consideraban una corrosiòn para las mentes puras de los puberes exhortos ante semejante personalidad.
Vino el mareo del exito y la tan temida caída y vaya que cayò.
Su madre lo levantò y los guardias lo llevaron a lo que serìa su crucifixiòn.
Todo el pueblo lo llorò, hasta a aquel mandamás que en otros tiempos fuese su amigo y luego lo traicionò lavandose las manos, se le viò correr una lagrima en la mejilla.
Su ciudad natal se tornó blanco y negro como su piel, todavia sonaban algunas de sus frases por los alrrededores de su barrio.
Pasaron los dìas, se cerraron las heridas provocadas por el sin sabor de no contar con este sujeto en la faz de la tierra, y cuando menos se lo esperaba apareciò.
La felicidad quedaba chica en la sonrisa de quienes lo hecharon de menos todo este tiempo.
En un paìs huerfano de pròceres, anorexico de talentos, sediento de palabras con contenido y hambriento de humanos con mas que carne y huesos en su interior, volviò para quedarse por un buen tiempo.
Señoras y Señores, mal que les pese a algunos, Charly García está de nuevo entre nosotros.
Agarrensè y Say no More!
Que bueno es verte bien Carlitos
con muchìsimo cariño de tu fan
El ladròn de Aspirinetas
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